lunes, 22 de abril de 2013

Los Pájaros de Auschwitz



Arno Surminski
Ediciones Salamandra
ISBN: 978-84-9838-498-7

Que existieran pájaros en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau es algo que por la historia que sabemos debía ser imposible pero asombrosamente los hubo y apoyándose en un estudio ornitológico de un teniente de las SS, Günther Niethammer alli destinado, pero llamado Hans Grote en la novela Arno Surminski escribe una formidable novela donde lealtades, supervivencia y sentimientos se entremezclan en una rara relación de carcelero y prisionero.
A diferencia de lo que se pueda sospechar, el protagonista de nuestra novela es un prisionero polaco, Marek Rogalski, estudiante de arte y muy dotado para el dibujo, se podrían trazar paralelismos con "El pianista" pero a diferencia de este último, Marek no es un prisionero judío; gracias a su habilidad para el dibujo y a la insistencia de este vigilante del campo, Marek asiste a la construcción de los distintos campos de prisioneros, a las ejecuciones sumarísimas, a la llegada de los primeros judíos, al exterminio sistemático de estos o de los soldados rusos, al sinsentido de todo aquello y todo con la imagen de su prometida en su memoria como única forma de mantener la cordura en su cabeza.
En la novela "El pijama a rayas" existe un componente de inocencia que en esta no hay, tampoco culpabilidad pues tanto Grote como Marek asisten como espectadores, uno por obediencia debida y sin resquicios al régimen y el otro porque no le queda otra, pues no sabe si saldrá libre mañana, si colgará inerme en esa cuerda que preside el patio y donde ejecutan cuando y a quien les da la gana a esos "dueños" de Europa.
Arno describe al oficial de las SS como un estudiante de la naturaleza implacable, con la misma marcialidad que la de un soldado, que lo es, siguiendo los patrones conductivos que les achacamos a todos los alemanes, el orden y la obediencia, y es ese choque de mentalidades lo que hace tan curiosa la relación entre el prisionero y el carcelero. Es ese mismo carcelero el que recomienda al prisionero lo que debe hacer para salir lo antes posible de allí e incluso cuando sospecha que la prometida de Marek puede ser judía le recomienda por el bien de los dos que se olvide de ella.
La obra está llena de imágenes terroríficas, desde la imagen del avejaruco saliendo del tren después de seis días sin comer ni beber, mientras caminan hacia las cámaras de gas o también un mirlo sobre la cuerda de la soga, las cornejas revolviendo en las cenizas del crematorio o los somormujos muertos por culpa del Zyclon B; sin necesidad de plasmar un dramatismo salvaje Arno nos lo describe para que se nos pongan los pelos de punta y vaya si se te ponen.
La forma sobria y ciertamente distante no carga tintas en la crueldad diaria y habitual del campo de exterminio ni falta que le hace y por eso es chocante que el contrapunto sean los pájaros, animales delicados y libres que no retienen las alambradas y como más chocante, dibujar a ese prototipo de la raza aria como un tipo bajito con barriga pero del que no se te quita de la boca el sabor amargo de la maldad humana por muy buen padre que parezca pues trata con más deferencia a los "plumíferos" que los prisioneros y con con todo alegato de defensa que nunca hizo daño a nadie, un hombre aparentemente decente que no es capaz de matar a un pájaro pero si a un gato porque se alimenta de ellos, un hombre que es padre y amante de su familia pero que no se inmuta cuando le habla de los experimentos con el fenol en los prisioneros, 
En este punto quiero pararme un instante, ¿cómo alguien puede alegar defensa cuando por omisión si hizo daño?, como descarga también se debe saber que hay un precepto en derecho en el que se dice que si no hay delito tipificado no hay condena y las potencias vencedoras se lo saltaron para juzgar a los dirigentes nazis pues el delito de genocidio no existía hasta entonces.
Sigamos, Marek cae prisionero en los primeros años de la guerra y es internado en Auschwitz donde irá a trabajar con los pintores del campo, durante cinco años será espectador de uno de los campos de exterminio más terribles de la historia de la humanidad, solo el recuerdo de su prometida hará que luche por vivir, no por escaparse, lucha por sobrevivir y que acabe la guerra e ir en busca de su amada; este artista no comprende y se sorprende como hombres que gozan con Beethoven o Goethe pueden ser tan inhumanos o mejor dichos, como pueden convertirse en "dioses" para decidir quien vive y quien no y lo que es peor, como cuando pasa el tiempo ve que sus propios compatriotas lo ven como uno de ellos y el trata de defenderse diciendo que el sólo hace dibujos. Marek en su trato con el ornitólogo al final se da cuenta de que se han vuelto así de crueles porque han aprendido a obedecer para no tener que pensar.
Como para dulcificar a este nazi convencido se intercalan cartas a su mujer Inés donde le cuenta lo que está haciendo en su estudio de las aves, no habla nada de la atrocidad que están cometiendo, todo un trago.
Arno Surminski nació en la Prusia oriental -Alemania entonces- de unos padres afines al partido, unos padres que morirían años más tarde en un Gulag soviético, el fue deportado y salvó la vida pero todo esto ocurrió a sus tiernos cinco años por lo que no mantiene recuerdos de todo aquello, fue el estudio ornitológico del oficial de las SS lo que le animó a escribir esta escalofriante historia, pero cambiando los nombres para poder disponer de más libertad de acción para contar la historia. La obra está llena de simbolismos como las cigüeñas blancas portadoras de nueva vida sobre los hornos del crematorio que no paran ni los domingos, los gorriones o los petirrojos.
El que todo esté escrito lleno de símbolos hace que todo ese horror no te llegue de golpe, ni de una forma tan cruda, pero es inevitable que después de cerrar la última página te hagas la pregunta buscando el motivo de todo aquello.
Es una gran novela y al terminarla es posible que entiendas porque no cantan los pájaros en Auschwitz como dice la leyenda.

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