sábado, 16 de septiembre de 2017

Operación Paititi




Rubén Iwaki Ordóñez
Emaús Ediciones
web: www.emauslibros.com
ISBN: 978-612-45443-4-7


Hace ya algunos añitos visité Perú y vine enamorado del país y su gente, este libro no es de ese viaje pues yo me traje un libro serio -y esto de serio lo estoy diciendo con la mayor mala leche que se me puede pasar con respecto a este que os traigo- de María Rostworowski sobre los años previos a la llegada de Pizarro y los posteriores y el cambio que supuso para los Incas, pero eso es otra historia que en su momento publicaré; este libro se lo ha traído una de mis hermanas, catalogado como Best-Seller de cierta fama, editado por primera vez en 1975 y del que este es una tercera edición.
Ya os aviso que salvo que te gusten los programas tipo Iker Jiménez yo os diría que no perdierais el tiempo en leer este libro, no me puedo quejar de la forma pero si de los contenidos, os pongo en antecedentes, cuando Pizarro mando ejecutar a Atahualpa rompiendo su acuerdo de liberarlo si llenaba el cuarto del rescato dos veces de oro y una plata; el libro dice que cuando se disponían a llevarlo al enterarse de la ejecución de Atahualpa lo tiraron unos y otros lo ocultaron en Paititi, en concreto 10 estatuas del tamaño natural de los 10 reyes incas que tuvo el Tahuantisuyu; vamos con la primera, ¿no os parece que en caso de peligro de muerte como así se demostró lo primero hubiera sido recurrir a esas estatuas -por muy sagradas que fueran, los reyes incas también eran dioses-?, ¿qué tiraron el oro por el camino los sacerdotes dando pistas a los tipos barbudos de armadura y a caballo de por donde iban o se alejaban?, eso respecto al oro, si nos ponemos serios ¿alguien en su sano juicio se cree que la tribu machigangas que custodian la ciudad de Paititi coge prisioneros sin dejarlos salir de sus dominios ?, ¿pretenderá humanizar a los machigangas al no matar a sus prisioneros?, no dudo que existan ciudades incas ocultas en la selva, como tampoco dudo que haya ciudades mayas aún por descubrir en otras latitudes, pero de ahí a que se conserven perfectamente y más con lo agresiva que es la selva no se lo cree nadie, es que tenido la ocasión de comprobarlo en Guatemala el año pasado.
Más, la destrucción de una calzada, puentes y otros elementos arquitectónicos de piedra y sobre todo por la forma en la que construían los incas tampoco se hace en 1 día de modo que si los "conquistadores" quisieron seguirlos y siendo grupos de ancianos, mujeres, niños y sacerdotes pues tampoco me lo creo.
Seamos serios, el libro relata experiencias personales pero que seguramente distan un universo de la realidad, que de pie para estudiar la huella inca en la selva peruana pues vale, pero precisamente los incas no tenían puestos sus ojos en la selva; los dioses a los que temían estaban más en otras alturas como el volcán Misti -impresionante en Arequipa y si vais por allí, el museo de la "momia" Juanita es obligatorio pero no es una momia si por momia entendemos a un ser humano rodeado de vendas-; que sirva para seguir estudiando el riquísimo bagaje cultural dejado por los incas, pues también, pues  no dudo que debe haber un universo por conocer pero no hace falta el acicate del oro para hacerlo, debería serlo por el mero hecho del conocimiento.
Estructurado en dos partes, la primera parte consiste en un viaje promovido por el propio escritor con un amigo indio, Eliseo, al que "engaña" para buscar la ciudad perdida siguiendo las leyendas del padre en una falsa partida de caza; después de dejarle con la mieles en la boca, deben volver a casa obligados por la promesa Eliseo le hizo a su padre de no acercarse allí nunca más.
La segunda parte son relatos que vienen a refutar que allí hay algo pero en boca de otros protagonistas, pero son tan creíbles como la primera parte, jesuitas con pistola, pilotos de helicóptero del ejército o vaqueros que pierden una vaca y la persigue por toda la selva; en fin, cuentos para niños porque hasta las leyendas de Washingtong Irving pueden llegar a ser mas creíbles.
En fin, prescindible, para amantes del misterio pero que no escuchen a científicos o antropólogos serios -Iker eso es para hacértelo mirar, todavía me tengo la tripas revueltas del programa de radio que hiciste de los Templarios y de eso hace ya años-, o para los que ven el programa de DMAX de misterios que es también para revolcarse en el suelo, lo que puede inventar con tal de tener a la audiencia pegada al televisor, pues vende más hablar del supuesto montaje de la llegada la Luna que de la conquista espacial, somos así de idiotas.
Vaya me fui por los cerros de Úbeda, hay ejemplos estupendos de historiadores y antropólogos de lo que debe ser el estudio de una leyenda y este libro no lo es.

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